Etiquetas

Fernando Savater (1988)

En Matemáticas, por ejemplo, no se pude blasfemar: decir que dos y dos son cinco no es una blasfemia, sino un error; decir que los triángulos equiláteros son melancólicos no es una blasfemia, sino una tontería.
En cualquier caso, no parece demasiado consistente definir la blasfemia como "una ofensa a Dios", pues ningún dios que se precie se sentiría ofendido por nada de lo que pudiera decir un hombre; encaso contrario, merecería el cese por susceptible.
Algunas personas demasiado tolerantes tienen otra objeción contra la blasfemia (o contra lo que los creyentes puedan tomar por tal): dicen que es una falta de miramiento con el prójimo, "porque todas las opiniones merecen respeto". No conozco idea más dañina y más falsamente democrática que ésta. ¡No, señor! Lo que merecen respeto son las personas, no las opiniones y creencias. La fe en la inmortalidad del cangrejo es una memez, y no resulta tolerancia, sino absurda debilidad intelectual, declararla otra cosa.
15/09/1988

Josep Vicent Marqués

Hubo acuerdo en que correspondían al enamoramiento las siguientes notas: deseo de estar siempre con la persona amada hasta el punto de sentir dolor por cualquier separación, ausencia de deseo sexual por otras personas (matizado por la posibilidad de hacer el amor con ellas como símbolos), cierta idealización del otro, al menos una percepción de la misma como única e inconfundible. Se aceptaron como signos claros, aunque menores, el optimismo vital, la capacidad de transguedir las normas (aunque no las más conscientemente interiorizadas o propias), el incremento de la filantropía o mirada benévolo sobre los demás, el deterioro del rendimiento laboral en trabajos repetitivos (aunque no en los creativos) y el deseo de renovación personal. En la más pura ortodoxia Alberoniana, se rechazó la presencia de los celos en el estadio emergente del enamoramiento y se negó la capacidad de sacrificio por el otro (el enamoramiento, a diferencia de la amistad, no es ético, según Alberoni)... Cumplido el deber, me permito plantearme el asunto con cierta libertad: una persona está enamorada cuando le importa un rábano un defecto del otro que siempre ha detestado en los demás. Una persona está enamorada cuando cree que, aparte de ella, nadie le encuentra la más mínima gracia al objeto de su amor, aunque se trate de Marlon Brando o de Dominique Sanda. Una persona está enamorada cuando se equivoca entusiástica y sistemáticamente en todas sus apreciaciones sobre el otro. Una persona está enamorada cuando no necesita un tiempo ni una distancia para tomar carrerilla hacia la perona amada.Por lo demás, quizá la gracia del enamoramiento es que no puede dar cuenta de sí mismo, no sabe si sube o baja, si es puerto de partida o de refugio, si conduce al cielo o al infierno. Y quizá lo contrario sea tan falso como lo que acabo de decir. El enamoramiento es un botijo sin asa.
15/03/1988

Fernando Fernán Gómez

Yo respeto las opiniones opuestas a las mías -quiero decir, que no golpeo al que las manifiesta-, pero cuando van contra mis intereses, mis deseos o mis gustos, no las comparto.
01/03/1988

Juan Cueto: "La ley Hendrickson"

Y diría más. Diría que ésta es la más europea de las reacciones posibles . Eso de responder a un problema utilizando el mismo lenguaje del problema, compitiendo en el mismo terreno y con las mismas armas o mercancías, es una vulgaridad propia de norteamericanos y japoneses. Lo nuestro es más sofisticado. Lo verdaderamente europeo cuando tenemos un problema es nombrar una comisión encargada de su estudio. Y ya se sabe que quien nombra una comisión nombra cientos de subcomités, cada uno de los cuales acaba redactando un memorandum que, a su vez, recomienda la creación de una comisión interministerial con vistas a organizar un simposio o escribir un libro blanco, o, en el mejor de los casos, ambas soluciones. Y lo extraordinario es que aquí desaparece el problema. No es magia. Existe una ley que lo explica científicamente. La llamada ley HENDRICKSON: "Si celebras suficientes reuniones durante un periodo de tiempo suficientemente largo, las reuniones acabarán siendo más importantes que los problemas que trataban de resolver".
01/02/1988